Durante muchos siglos, la realeza ha cautivado a sociedades, escritores y directores. Sus protagonistas tan públicos como enigmáticos y tan cercanos como inasibles se convierten en personajes idóneos de historias y tragedias.
Ellos son lo más cercano a divino que hay sobre la tierra y por eso sus virtudes deben ser exaltadas, pero también sus defectos. Personajes como Enrique VIII, la reina Elizabeth, la Reina Isabel ha sido el tema en relatos dramáticos del cine y la televisión. Personajes marcados por la grandeza.
Pero incluso entre ellos, también hay algunos dominados por el miedo. Poseídos por una ambivalencia sentimental que los domina a cada paso, los impulsa y a la vez los detiene ante lo inevitable.
Como la vida de Alberto Federico Arturo Jorge de Windsor , que pasó a la historia con el nombre de Jorge VI, estuvo llena de obstáculos antes de coronarse como rey. Tras haber nacido segundo en la línea de sucesión, Bertie (como era llamado en la familia) tuvo una infancia difícil.
El trato que recibió de la familia y las criadas siempre fue desigual, radical y equivocado, y como resultado hubo traumas y surgieron sus problemas de lenguaje. A medida que Bertie creció su problema se agudizó mucho más y tuvo que pasarse gran parte de la vida, probando toda clase de terapias de lenguaje sin tener ningún resultado positivo.
Eso era lo único porque por todo lo demás Bertie tenía lo necesario para convertirse en el sucesor del rey en cuanto él muriera. Ese honor estaba reservado para su hermano mayor Eduardo VIII, quien poco después de asumir su responsabilidad, abdica a la corona.
Ante el hecho, la corona recae sobre Bertie quien debe reinar y convertirse en la voz de aliento de su pueblo en plena Guerra Mundial. Pero le piden lo imposible. A él pocas cosas lo asustan más que hablar en público y nada lo aterra más que pararse frente a un micrófono. Sin embargo, su suerte está echada, esas son las cosas que debe hacer un rey o al menos, eso es lo que su gente esperan de él. Fallar no es una opción, tartamudear mucho menos.
Impulsado por su esposa, Bertie empieza una terapia de lenguaje con el actor frustrado llamado Lionel Longue, reconocido por haber puesto a hablar a los casos más difíciles.
A partir de ese momento, entre terapias, ejercicios y charlas, terapeuta y rey construyen una fraternal relación que pasaría a la historia en medio de un Reino Unido (conformado por 25 colonias distribuidas por todo el mundo) que se prepara para enfrentar a Hittler en la Segunda Guerra Mundial.
Dirigida por Tom Hooper, “El discurso del rey” relata mucho más que un hecho histórico. Con esta apuesta dramática con apuntes de humor y un poco de crítica, nos entrega un relato íntimo de la realeza sin caer en tonos grises ni narraciones aburridas.
Al contrario, Hooper supo sacar partido de su basta experiencia como director de televisión a través de una película lo suficientemente comercial para enganchar y empatarnos con sus protagonistas, pero sin caer en extremos ligeros ni en banalidades. Él no parece estar interesado en querer quedar bien con nadie, porque a pesar de que “El discurso del rey” tiene todos los elementos conmovedores efectivos de lo comercial (la lucha por superar el problema, los sentimientos encontrados y el triunfo de sus protagonistas), tampoco duda en mostrar a un rey neurótico, inseguro y paranóico que poco a poco se va transformando.
La impresionante actuación de Colin Firth (“Un hombre solo”, “El retrato de Dorian Gray”, ”Mamma mia”) y Geoffrey Rush no deja nada al imprevisto y que tienen mucha química en pantalla.
Esta es, sin duda, una película bonita, emotiva y bien hecha, que ha recibido las mejores críticas. Honores bien merecidos por un director que manejó a sus actores de manera extraordinaria y logró una narración fluida y sosegada, apoyada con la música de Alexandre Desplant ( “El escritor fantasma” “Julie y Julia”, “Harry Potter y las reliquias de la muerte”).
“El discurso del rey” está nominada a diez categorías en los premios Oscar, incluidos mejor película, mejor actor, mejor guión, música y fotografía. No extrañaría que sorprendiera y le quitara varios de los galardones a la tan renombrada “Red social”.
Por historia, por actores, por fotografía, por música e incluso por cultura general esta es una película que no se puede dejar pasar de largo. Película con satisfacción garantizada.