jueves, 8 de septiembre de 2011

En un mundo mejor


¡He aquí una película dirigida por una mujer! y no por una mujer  cualquiera.  Se trata de la danesa Susanne Bier, hija adoptiva del movimiento Dogma 95, conformado por un grupo de directores que se proponían abordar el cine de una manera diferente. 
Bier, que lleva en su hacer más de una docena de largometrajes, ha  acatado gran parte de los principios del manifiesto (Dogma 95) que basa su propuesta en el momento y en la realidad narrativos tanto como en escenarios naturales, apoyos técnicos mínimos, ausencia de trucajes narrativos y poca postproducción.  Así ha transitado por varios géneros, inclinándose a veces por los más dramáticos, en los que ha dejado su prevalecido su esencia femenina.  
Este sería un buen momento para hacer una pausa y explicar el porqué de  mi primer comentario.  Si digo que se nota la presencia de una mujer en  esta producción, no es porque este defendiendo un derecho legítimo, ni más faltaba. Lejos de comentarios feministas trasnochados, cuando una directora logra transmitir su esencia sin caer en lugares comunes, se siente. 
Este no es un asunto estético resultante de bonita fotografía ni nada de eso sino que tiene que ver, más bien, con discernir la realidad de otra manera, sí…con  la ironía femenina.
“En un mundo mejor”, Bier utiliza su astucia para elaborar una película en la que en lugar de deleitarnos con sutilezas, impacta con una realidad incómoda y de la que todos somos protagonistas queramos o no.  La escogencia misma de la historia, nos permite conocer a una directora que sabe leer entre las líneas de una sociedad que aunque sea de primer mundo, termina moviéndose de la misma manera que la más primitiva. Todo se convierte en un asunto de supervivencia.

La historia que transcurre entre dos lugares tangencialmente opuestos, tiene por protagonista Antón, un doctor que vive parte del tiempo en un campamento en Sudán donde trata a la habitantes de la zona y en un pueblo fronterizo entre Dinamarca y Suecia, donde están sus hijos y su esposa de quien se está separando.  
El doctor de naturaleza pacífica intenta resolver sus conflictos siempre por la vía del diálogo y cree en la conciliación y de ésta manera quiere educar a sus hijos.  Sobre todo al mayor de ellos, Elías un preadolescente que en el colegio es víctima del matoneo y que encuentra en  el nuevo de la clase, un aliado que le enseña una nueva manera de hacerse respetar.  El nuevo se llama Christian y tiene como antecedente la muerte reciente de su madre. El duelo poco elaborado lo ha convertido en un muchacho resentido con el padre y con todo lo que represente debilidad. A él solo le importa defenderse, no importa cómo.  
Estos son algunos de los personajes que Bier utiliza para contar una trama en la que las dinámicas sociales cotidianas son tensas, agresivas y sufrientes.  Los personajes se esfuerzan por salir bien librados en un mundo donde parece ser imperioso definirse en un punto extremo: La violencia o la inteligencia que a veces llega a confundirse con estupidez.  Pero eso no importa, porque al inteligente parece no importarle verse estúpido, aunque en el fondo tal vez su conciencia le diga que en realidad eso es lo es.  No hay puntos medios, como tampoco hay lugar para los que pretenden permanecer indiferentes. 
Para eso, la directora danesa se vale de personajes delineados a los que ubica en sus propias posturas y pronto hace reaccionar a aquellos que se encuentran en el limbo. Y es que en medio de todo hay un gran trabajo dramatúrgico de escritura y dirección de actores.  Las acciones que permiten conocer los personajes surgen en medio de secuencias descarnadas, en las que la impotencia que deja desolados a los protagonistas y a veces también a quienes los acompañamos.  Mientras la madre intenta proteger a sus hijos de quién sea, se niega a perdonar la traición de su marido a quien todavía ama.  Ella es una de tantos  a quienes la vida  amenaza con pasarle por encima porque sí, porque así son las cosas en estos tiempos posmodernos. 
Ante este panorama solo pueden sobrevivir aquellos amarrados a algo, tal vez a alguna moral, a una familia, a un grupo…  Unidos por ciertos códigos,  pero sobre todo al amor, a la comunicación.
Con todo esto, es fácil entender porque este año “En un mundo mejor” obtuvo los importantes premios de Globo de oro y Oscar a la mejor película extranjera.  Después de ver esta película será imposible no pensarse como individuo y cuestionarse  ¿De qué manera se deben resolver las diferencias y los conflictos, con el diálogo o el enfrentamiento?