“Soul kitchen” es una canción de “The doors” y también es el nombre del restaurante de Zinos, un griego entrado en los treinta y que sobrevive con desenfado su día a día.
Sostiene una relación con su novia hace varios años y a pesar de que parece quererla, hace poco por mantenerla a su lado. Ella tiene planes de irse para la China y él la deja ir con el pretexto de que no puede abandonar su restaurante. Un lugar medio caído ubicado en un vieja estación de tren y que él se empeña en mantener abierto, eso sí regido por la ley del mínimo esfuerzo.
Como dueño del lugar, Zinos se encarga de la cocina y lo hace de manera mediocre, cocinando comida congelada y de paquetes, sin seguir ninguna norma higiénica. A sus clientes no parece importarles. Ellos, vecinos del barrio, no pretenden encontrar la gran oferta culinaria y acuden al “Soul kitchen” para evitarse la fatiga de cocinar y lavar.
Después de que parte su novia, la vida de Zinos parece irse a pique: primero sufre un accidente con su espalda y le cae hacienda a cobrar los impuestos que ha dejado de pagar. Desesperado por endosarle el restaurante a otra persona y poder viajar al encuentro de su novia, contacta una cocinero neurótico y genial.
Aunque no logra su propósito de convencerlo de asumir la administración del lugar, el nuevo cocinero le impregna magia a los platos y el dinero empieza a llegar. Pero también los problemas y las inconformidades.
En tono de comedia, “Soul kitchen” muestra cocina del viejo lugar como un escenario propicio para desmitificar el mundillo culinario que ha sido tan alabado en las últimas décadas (no solo en el cine, sino también en la cotidianidad) a través de las recetas sencillas, hechas con ingredientes cotidianos.
Como complemento el genio creador no está personificado por un chef semi-dios sino por un gitano loco al que le da lo mismo cocinar que lanzar los cuchillos en un acto de circo. Esto permite comprender un poco a los personajes por los cuales apuesta el director alemán Fatih Akin. Como protagonista no escoge un hombre diligente sino más bien uno medio sonso, que se deja manipular en sus afectos por su hermano calavera y su novia lejana.
La vida bien podría pasarle por encima a Zinos y casi así sucede. Al ver la sicología de este personaje tuve la sensación de que ya lo conocía y recordé a aquel interpretado por Griffin Dunne en “Después de las horas” (1985), película con la que Scorsese pretendía burlarse de todo, incluso de las leyes narrativas y de montaje. La similitud está en que los dos personajes permanecen imperturbables páseles lo que les pase.
Zinos cada vez más adolorido camina mal, sufre y lo pierde todo pero no hay compasión. Tampoco preocupación, porque por encima del absurdo y la impotencia, siempre se impone el positivismo y la risa lo que nos asegura la certeza de que saldrá bien librado sin cambiar sus principios morales ni hacerle mal a nadie. Ingredientes de comedia que Akin mezcla a gusto con una buena dosis de música, que marca las secuencias e incluso sus acertados movimientos de cámara.
Pero no logra eximirse de caer en lugares comunes y situaciones poco verosímiles que rayan en la ingenuidad lo que lleva a que la trama se desarrolle entre equivocaciones, metidas de pata y estrategias torpes con la que los personajes pretenden solucionar sus problemas.
Pero rara vez lo consiguen porque en este tipo de historias, el final corre por cuenta del destino, que acomoda las cargas y da a cada quien o que se merece .
Aunque se vea como ingenuo y poco real, el final es congruente con la trama y obedece al principio de género cómico regido por la moralidad: castiga en su justa medida a los buenos y a los malos. Y al final, todos sus protagonistas aprenden cómo deben comportarse para vivir en “sociedad”.
A pesar de que historias de este tipo nos resultan poco creíbles y lejanas por la idiosincrasia de sus personajes y de las naciones en la que suceden, también tienen la virtud de hacernos reír. Sin necesidad de utilizar el pastelazo ni los consabidos gags (aunque si tiene algunos), estos europeos ofrecen una comedia distinta a la estadounidense, que centra su humor en los gestos de sus actores o en la colombiana que se cimienta en las groserías o el mal gusto.
“Soul kitchen” es del año 2009, y está protagonizada por Adam Bousdoukos, que también estuvo en “Contra la pared” y Moritz J. Bleibtreu. Ganó el Premio Especial del jurado en el Festival de Venecia del 2010 y Globo de Oro a mejor película extranjera (2010). Esta generosa película nos asegura risas, buena música, buena fotografía sin pedirnos nada a cambio.