jueves, 14 de julio de 2011

TODOS TUS MUERTOS


De repente, una mañana de tantas se transforma en la más importante de todas.  Un campesino se encuentra con un regalo que le han dejado en su terreno: una pila de cadáveres. 
El hecho, que da inicio a la película “Todos tus muertos” y que nos introduce sin más preámbulos en la trama, se presenta como algo aislado en una sociedad pueblerina donde cada quien vela por sus propios intereses.  Y por lo mismo adquiere mayor magnitud a medida que involucra a más personajes para terminar por convertirse en una amenaza para el presente político de unos y para el futuro de los habitantes de aquel pueblo. 
O tal vez no. Tal vez después de tanto alboroto e incertidumbre, la vida siga igual y la indiferencia y la rutina se impongan sobre la adversidad.  Después de todo, así son las dinámicas del tercer mundo, cruzadas por los intereses de unos cuantos que relegan al individuo indefenso o en el peor de los casos convierten a la víctima en victimario.
“Todos tus muertos” es una película que trae la firma de un director que, sin duda, esta vez se compromete más con la supervivencia y el legado.   Después de su primer largo “Perro come perro”, en el que la velocidad, el ruido y la violencia eran explícitas, Carlos Moreno muestra su deseo en dar un paso a la trascendencia y al inconsciente.  
En una película que navega entre la farsa y la comedia negra, Moreno y su guionista Alonso Torres, nos presentan a la muerte (¿o sería más adecuado decir muertes?) como aquello que nos  molesta, nos cerca y nos incomoda.  Y al representarla como muchos cuerpos, ya fríos por supuesto, la muerte deriva en otro significado aún más interesante.  Aquellas cosas que matamos y ocultamos para mantenernos vivos.  Todos cargamos nuestros muertos y en cuanto los hacemos públicos, compartimos culpas y aligeramos crímenes. 
Entonces los cuerpos encontrados por Salvador (Alvaro Rodríguez), y que Moreno tuvo el acierto de crear indefenso, ingenuo y bizco, se convierte en problema suyo, pero también nuestro y de las autoridades que terminan involucrados en “cumplimiento” de su deber. Así la muerte que empieza siendo amenazante, poderosa y confusa adquiere otra tesitura a medida que avanza la historia, convirtiéndose en problemática, pegajosa y ligera.  Al final lo único que todos quieren es deshacerse de esos cuerpos, de la manera que sea y si se puede sacando algún provecho de ellos.  
Todo bajo el sol justiciero del centro del Valle que todo lo ve, y que sofoca, agobia y juzga a los protagonistas castigándolos sin  dejarlos mover de allí, obligándolos a asumir lo que no quieren.  Nadie quiere estar allí y sobre todo, nadie se esfuerza por reconocer esos cuerpos porque al hacerlo vendría la responsabilidad, pero tal vez también la salvación.  

“Todos tus muertos” es una historia impregnada de literatura y Latinoamérica.  En sus secuencias se siente Rulfo, García Márquez y ¿por qué no? Gardeazábal. Una película en donde la luz es fundamental porque todo ocurre, como en las antiguas tragedias griegas “De sol a sol” (entre el amanecer y el atardecer). 
Esto hace que la fotografía a cargo de Diego Jiménez, sea otro elemento narrativo que marca el ritmo y crea tensión a medida que avanza la película.  El trabajo de Jiménez, quien tuvo a favor y en contra al sol de Andalucia fue reconocido en el Festival Internacional de cine de Sundance (el más importante de cine independiente) y le otorgó a “Todos tus muertos” el galardón de mejor cinematografía.
El efecto sofocante dado por el sol omnipresente en todas las secuencias, se complementa con un sonido compuesto por ruidos del campo y también de un pueblo que enfrenta las votaciones locales.  Cada detalle sonoro adquiere la categoría de muy importante y tal vez en esto Moreno descargó demasiada responsabilidad a los espectadores quienes deben permanecer atentos a cada sonido y texto que se oye incluso, en segundo plano, porque todo parece crear el clima propicio para esta historia. Esto incluye noticias que provienen del radio y la televisión, así como conversaciones por celular. Sin duda todo esto fue pensado por un director que estaba interesado en reafirmar la importante del contexto en que se desarrolla la historia, pero esta dosis extra atención y que es  tan indispensable, puede resultar un poco agotadora.
Con todo, “Todos tus muertos” es una de esas películas que dan cuenta de un director que atraviesa un momento creativo interesante y trascendental. Uno que se explora y escucha con los años, que madura con los nuevos roles que le impone la vida. No hay duda que aunque hay elementos similares entre su ópera prima (“Perro come perro”) y ésta, también hay una gran diferencia en la manera de construir sus personajes.  De unos matones que poco o nada pensaban en el más allá, nos encontramos con otros que incluso en la muerte encuentran la esencia para seguir vivos. Y es que solo quien reconoce y asume sus muertos, se mantiene con vida.

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